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Evita y el renunciamiento

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Evita y el renunciamiento  Empty Evita y el renunciamiento

Mensaje por Martuchi Lun Ago 22, 2011 3:18 pm

El
22 de agosto de 1951, el pueblo masivamente se reunió en la Plaza de
la República, donde se había montado un inmenso palco, para pedirle a
Evita que aceptara la candidatura a la vicepresidencia. El acto había
sido convocado por la Confederación General del Trabajo para proclamar
la Fórmula de la Patria Perón-Evita.

El
pueblo interrumpía al orador Espejo representante de la C.G.T. y no le
dejaba hablar reclamando en la plaza la presencia de Evita.

Alrededor
de las 18:00 horas Perón es advertido en el palco de la presencia de
su esposa. Los funcionarios, dirigentes políticos y gremiales que se
encontraban junto a él, dejaron paso a Evita, y cuando la *masa
organizada le vio allí paradita, casi sorpresivamente, estalló en el
grito más estruendoso de la historia, como si una explosión de júbilo
fuese posible para elevarla a los cielos buscando a Dios y ponerle de
su parte.


Parece
que al grito de "Evita", "Evita", el tiempo no le ha puesto límites.
Eva mira a Perón que se encuentra tremendamente conmovido. Él la
observa con ternura y admiración por ese acto extraordinario de
entrega. Evita está flaquita y muy pálida. Llora. Mira para un lado y
otro la extensa avenida y sólo se ven almas humanas, hombres y mujeres
con los brazos en alto que corean su nombre.

No
es desatinado pensar que Evita va a desfallecer. Aquel espectáculo no
se puede resistir con la humanidad del ser, parece salido del contexto
normal de la vida.


Como
si fuese un trueque, Evita ha cambiado su palidez por un rosado fuego y
levanta sus brazos, cual si hubiese superado toda dolencia, como si el
mejor calmante lo inyectase ese pueblo a quién amaba entrañablemente.

Ese
día, conocido históricamente con el nombre de Cabildo Abierto del 22, y
ante el reclamo de su pueblo, Evita improvisó un emotivo y encendido
mensaje, dando muestras de que sabía perfectamente lo que allí estaba
pasando, y en la forma clásica de relación con los trabajadores, dijo
lo siguiente:


Hoy,
mi General, en este Cabildo del Justicialismo, el pueblo, como en
1810, preguntó que quería saber de qué se trata. Ese es el pueblo, son
las mujeres, los niños, los ancianos, los trabajadores que están
presentes porque han tomado el porvenir en sus manos y saben que la
justicia y la libertad la impondrá únicamente teniendo al General Perón
dirigiendo a la Nación. -La multitud allí reunida responde "Con Evita,
con Evita"-.

Ellos
saben bien que antes del General Perón vivían en la esclavitud y por
sobre todas las cosas habían perdido las esperanzas de un futuro mejor.

Que
fue el General Perón quien dignificó social, moral y espiritualmente. Y
saben que la oligarquía, que los mediocres, que los vendepatria
todavía no están derrotados. Desde sus guaridas asquerosas atentan
contra el pueblo y contra la libertad.

Por
eso, porque yo siempre tuve en el General Perón mi maestro y mi amigo y
porque él siempre me dio el ejemplo de su lealtad acrisolada y la fe a
los trabajadores, es que todos estos años de mi vida he dedicado las
noches y los días a atender a los humildes de la patria, sin importarme
ni los días ni las noches ni los sacrificios, mientras ellos, los
entreguistas, los mediocres y los cobardes, de noche tramaban la intriga
y la infamia del día siguiente.

Yo,
una humilde mujer, no pensaba en nada ni en nadie, sino en los dolores
que tenía que liquidar y consolar en nombre de vos, mi General, porque
sé el cariño entrañable que sentías por los descamisados que el 17 de
octubre de 1.945 me entregaron la vida, la luz, el alma y el corazón al
entregarme al General.


Yo
no soy más que una mujer del pueblo argentino. Yo no soy más que una
mujer de esta bella patria, pero descamisada de corazón, porque siempre
he querido confundirme con los trabajadores, con los ancianos, con los
niños, con los que sufren, trabajando codo a codo, corazón a corazón
con ellos para lograr que lo quieran más a Perón, y para ser un puente
de paz entre el General Perón y los descamisados de la patria.

No
me interesó jamás la injuria ni la calumnia cuando se desataron las
lenguas contra una débil mujer argentina. Al contrario, me alegré
íntimamente porque serví a mi pueblo y a mi General. Yo siempre haré lo
que diga el pueblo, pero yo les digo que así como hace cinco años he
dicho que prefería ser Evita antes que la mujer del Presidente, si ese
Evita era para aliviar algún dolor de mi patria, ahora digo que sigo
prefiriendo ser Evita.

"Yo,
mi General, con la plenipotencia espiritual que me dan los
descamisados, te proclamo, antes que el pueblo vote el 11 de noviembre,
Presidente de todos los argentinos. La Patria está salvada porque la
gobierna el General Perón."


El
discurso no se interrumpe. A continuación se destaca entre comillas
los textos que dan lugar a un diálogo con el pueblo que le reclama que
acepte el cargo. Se aprecia cómo Evita intenta disuadir de sus
pretensiones a los presentes allí reunidos, y al final, encuentra una
salida proponiendo una especie de tregua para su respuesta última, ya
que la situación en la plaza comenzaba a hacerse difícil por la
intransigencia de los sindicatos que no estaban dispuestos a escuchar
una respuesta negativa.


"Yo
les pido, a la Confederación General del Trabajo y a ustedes, por el
cariño que nos profesamos mutuamente, que para una decisión
trascendental en la vida de esta humilde mujer, me den por lo menos
cuatro días."

"Compañeros, ... compañeras: Yo no renuncio a mi puesto de lucha. Yo renuncio a los honores."
"Yo haré, finalmente, lo que decida el pueblo." -Un aplauso ensordecedor embarga la plaza-.
"Ustedes
creen que si el puesto de vicepresidenta fuera un cargo y yo hubiera
sido una solución, no habría contestado ya que sí?"

"Compañeros,
por el cariño que nos une, les pido por favor que no me hagan hacer lo
que no quiero hacer. Se lo pido a ustedes como amiga, como compañera.
Les pido que se desconcentren."

"Compañeros
...¿Cuándo Evita los ha defraudado? ¿Cuándo Evita no ha hecho lo que
ustedes desean? Yo les pido una cosa, esperen a mañana."


El
palco se llenó de incertidumbre. El gremialista Espejo, en un intento
por superar el difícil momento, toma el micrófono y dice que "la
compañera nos ha pedido dos horas de espera". Por último, Evita,
dirigiéndose nuevamente al pueblo expresó la clave de una estrategia
pero nadie lo entendió cuando dijo:


"Esto
me toma de sorpresa. Jamás en mi corazón de humilde mujer argentina
pensé que podía aceptar ese puesto. Les pido un tiempo para anunciar mi
decisión a todo el país".


Previo
a las últimas palabras de Evita, Espejo había anunciado que no se
moverían de allí hasta que no obtuviesen una respuesta favorable. La
multitud, medio confusa, sin entender la conclusión del acto, se
retiraba a regañadientes hilvanando una doble lectura. La respuesta iba
a conocerse nueve días después.


**Mucho
se ha dicho sobre los sucesos de aquella jornada que tuvo en ascuas a
la oligarquía que vivió los días más tensos de su historia. Jornada de
diez días que se hicieron interminables, cuya duración se extendió
entre el 22 y 31 de agosto.

Mucho
se dijo, tanto, que se han llenado bibliotecas con las más variadas
opiniones. Parecería que todos tienen el dato preciso, la verdad a flor
de labios. ¿Todos los opinantes estuvieron en el balcón?


La
historia que se escribe a veces tiene esas cosas, sobre todo cuando a
la "historia" que se produce en un determinado momento de la historia,
se la pretende escribir como historia cuando es presente...


Seguro
vamos a equivocarnos en la consideración de los hechos que ocurrieron
porque, además de la pretensión de querer contarlos como sucedieron,
existe siempre la tentación de adosarle la opinión relativa -que
siempre será subjetiva- con la intencionalidad de que la misma sea
objetiva.


Aun
cuando los tiempos modernos registran paso a paso hasta la intimidad
de los hechos, el riesgo de equivocarse en la apreciación política de
un determinado hecho de la historia es todavía mayor.


A
esto debemos agregar que hubo escritores bien intencionados, lo que no
garantiza la objetividad del relato. Los hubo también desde la
oposición con una visión subjetiva; interesados de adentro y de afuera
del país, afanosos por torcer una realidad que no convenía a sus
intereses presentarla como posiblemente ocurrió.


Y
en ello se debe incluir las distintas parcialidades que se expresaron
dentro y fuera de contexto respecto de una historia grande.


No
fue una historia sin historia, fue la historia que transformó en el
siglo XX la República Argentina, que tuvo un Líder con una visión
*cosmogónica del mundo, acompañado por una mujer también Líder pero que
fue compatible con la Conducción, por ello pudo coexistir en el mismo
ámbito y participar de la misma realización, en una misma época.


El
análisis político que pretenden hacer algunos periodistas,
"opinólogos" y a veces, aquellos "historiadores" que dicen haber
escrito una historia, no tiene validez alguna -en ese sentido- más allá
de reflejar la anécdota sobre un hecho que alguna vez ocurrió.


Y
es válido tomarlo así, pero jamás podemos aceptarlo como un análisis
político, porque esto, no es dable para cualquiera aunque muchos se
aventuren a hacerlo, a partir, incluso, de la libertad que cada uno
tiene para decir cosas.




Evita y el renunciamiento  Evita_Montonera+2

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Evita y el renunciamiento  Empty Re: Evita y el renunciamiento

Mensaje por Isabelita Lun Ago 22, 2011 5:48 pm

MARTU, AGRADEZCO MUCHO POR TENER PRESENTE A LA ABANDERADA EN ESTE DÍA MEMORABLE PARA LA MILITANCIA PERONISTA Y POR EL SENTIDO HOMENAJE QUE LE HAS DISPENSADO, CON LAS PALABRAS MÁS JUSTAS Y CONMOVEDORAS.

Decía de sí, que se consideraba nada más que una humilde mujer de un Pueblo grande; sin embargo, en el sentimiento de quienes supo calar tan hondamente, y lo pronuncio desde mi más sincera expresión, Evita ha sido la más grande mujer del siglo XX.
Reconociendo su valerosa y descomunal entrega física por la causa de sus hermanos, desde los primeros tiempos en que pudo hacerlo sin retaceos, como la compañera de nuestro General hasta sus últimos momentos,
y ante la dolorosa realidad de su salud minada por la enfermedad, ha sido la imagen más descollante para la veneración de quienes hemos tenido el privilegio de conocer su grandeza; el poder exhaltar su tenacidad y sus virtudes más genuinas desde el pasado y este presente, es lo menos que podemos hacer para honrar su memoria.
De su renunciamiento, refiriéndose a ella dijo el General Perón "esta incomparable compañera y mujer de todas las horas". Evita es lo que fue y lo que sigue siendo; porque su luz aparece a través de los tiempos como esa incomparable compañera de todas las horas y es la llama que ya no se extingue más... hoy, iluminando el camino de quien ha sabido tomarla como guía y ejemplo: nuestra compañera Cristina.
En el imborrable recuerdo de Eva y Juan Perón, como nuestro inclaudicable hermano Néstor, que Dios llene de bendiciones a nuestro pueblo y a nuestra maravillosa y valiente conductora!.
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