EL PAPA DE FILMUS. Don Salomón...

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salomon filmus, padre del ex ministro de educacion


“Repartí volantes en la campaña sin decir que soy el papá de Daniel”


El padre del candidato oficialista a jefe de gobierno porteño almorzó con PERFIL, minutos después de emitir su voto en una escuela de Caballito. De chico pasó once años en un asilo. A sus 84 años, milita en el barrio Los Piletones y le gusta la cerveza. Ex miembro del Partido Comunista y fanático de San Lorenzo, camina más de tres kilómetros diarios.


Por Gabriela Manuli


Caminador. Todas las mañanas, Salomón sale a caminar sus 35 cuadrasa diarias por Villa Crespo.


Salomón Filmus se reconoce tímido como Daniel. Y también confiesa que nunca se imaginó que las vueltas de la vida llevarían a su hijo a ser posible jefe de Gobierno porteño. Cerveza y pizza napolitana de por medio, “Salo” reflexiona y se abre a una larga charla que incluirá, por ejemplo, su ayuda en la reciente campaña política. Con sus 84 años (aunque no se noten), el papá del candidato oficialista no dudó en poner manos a la obra. “Estuve repartiendo volantes en San Juan y Boedo. Me acerqué a una mesa y les pedí colaborar sin decir quién soy” relata.



Mística. La militancia, aclara, es y fue parte de su historia personal. Los treinta años en el partido Comunista lo marcaron a fuego. “La idea era cambiar el mundo, pero cuando se derrumbó la idea del socialismo se produjo un estrépito que hizo mierda todo; entre ellos, yo. Quedamos todos descolgados”, remarca. Luego vinieron los momentos de “transición política”, con un fugaz paso por el Frente Grande y la Alianza lo que llegó a pensar como tiempo perdido.

Un poco desencantado, hace ocho años se refugió en la política barrial. No sin antes darse cuenta de que “se ha perdido la mística de la militancia y sin ella no es posible el avance”. Hoy Salomón trabaja en el barrio Los Piletones, en la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires. Comenzó junto a Margarita Barrientos –que suele recibir el apoyo de Mauricio Macri en su comedor– pero diferencias personales los alejaron y polarizaron a los pocos meses. Allí se vinculó con Mónica Ruejas, presidenta de una Junta Vecinal, y encararon un proyecto en común.

“Armamos un barrio que empezó siendo chapa, cartón y madera. Hoy el grueso es de material”, cuenta orgulloso. El mismo orgullo que se le nota cuando habla de sus cuatro hijos: “Jorge, el mayor, es un biólogo de primer nivel y vive en Canadá; después viene Daniel y les sigue Adriana, que es actriz y trabajó mucho tiempo en el Teatro General San Martín”. De su segundo matrimonio nació Guillermo, el único que le siguió los pasos de comerciante. Salomón es dueño de una tienda de telas en el barrio de Once. “El menor es un poco la oveja negra, destruyó algunos negocios y se fue a Miami”, explica riendo, pero agrega enseguida que “es muy buena persona”.

Salomón no fuma, camina todas las mañanas más de 30 cuadras y juega día por medio al ping pong en un clásico bar de Villa Crespo. “Cuando empecé había un torneo interno, pero pensé que con mi edad me iban a echar a patadas. Entonces me anoté y en vez de poner 84 años, puse 65”, cuenta con una sonrisa pícara.

La entrevista recorre distintos tiempos, escenarios y anécdotas. Pero, en todo momento, Salomón busca hablar de lo que más lo entusiasma: su proyecto en Los Piletones. “Hoy tenemos, entre otras cosas, un comedor, una guardería, una sala de computación y un polideportivo. La panadería iba a funcionar como un microemprendimiento, pero no se pudo empezar porque no tenemos gas natural. Jorge Telerman vino y se comprometió a instalarlo, pero de eso ya pasó casi un año”, critica.

Salomón sólo para de sonreír cuando habla de su infancia. “Mi familia nació en Rumania. Me vine a la Argentina a los 4 años, huyendo de los pogroms, y al mes de llegar mi papá se murió en un accidente. Me crié desde los 4 hasta los 15 años en un asilo de huérfanos porque mi mamá no tenía otra alternativa”. El papá del candidato es un ejemplo de la historia nacional y del ascenso social de los inmigrantes. La entrevista, de todos modos, debe terminar. Su hijo lo espera para escuchar juntos los resultados en el búnker del Hotel Panamericano.

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